En un entorno competitivo, globalizado y cambiante en el que están inmersas las empresas, el quedarse estancados en sistemas de gestión tradicionales y no evolutivos no puede hacer que se superen las expectativas de cambio que en el entorno se hacen necesarias.
El valor que aporta un plan estratégico y la importancia que conlleva su ejecución deben de ser evaluados para que la eficacia de cambios tenga lugar dentro de las organizaciones. La medición de los avances de ejecución debe ser continua y para ello se necesitan indicadores que permitan llevar a cabo este proceso. Existen herramientas basadas en los sistemas de información que permiten realizar estas tareas y que ofrecen unas medidas de indicadores financieros y no financieros. Utilizando el cuadro de mando integral (CMI o BSC) se puede evaluar el plan estratégico y con ello poder hacer que funcione la gestión estratégica de la empresa de forma que ayude a mejorar la competitividad, aumentar la productividad y mejorar los sistemas de calidad y la rentabilidad empresarial.
La mejora de la gestión en cualquier empresa conlleva el establecimiento previo de instrumentos de medida, que faciliten de una forma objetiva la evaluación, la gestión y el control. Existen modelos de evaluación que se basan por una parte en el control de indicadores financieros y, por otra parte, se implantan sistemas basados en protocolos de calidad que permiten un control del proceso productivo en la empresa y con ello realizar una mejora en la gestión de determinados recursos.
El disponer de una estrategia que permita tener una visión del futuro que quiere alcanzar la empresa partiendo de su misión y valores de la misma, por medio de unos objetivos, va a permitir elaborar indicadores sobre el cumplimiento de las medidas a realizar para alcanzar los objetivos marcados, lo cual inducirá a realizar los cambios en la organización con el fin de mejorar su gestión y alcanzar la visión establecida en su plan estratégico.
La práctica de la gestión de las empresas necesita realizar una mejora justificada por las características del entorno empresarial en el que están inmersas: elevada competencia y bajas rentabilidades para sus socios. La utilización de técnicas de gestión que permitan la supervisión mediante indicadores desde diferentes perspectivas, gestionando el conocimiento y talento de la organización conseguirá que se mejore la gestión de las mismas. La herramienta del cuadro de mando integral facilita la mejora de la gestión.
El CMI pretende determinar indicadores que permitan evaluar la gestión de una empresa, permitiendo ver la influencia de las diversas variables que se consideren en relación a su inducción a la consecución de los objetivos establecidos en el plan estratégico. Es por ello, que deberá ser desarrollado el plan estratégico de la empresa donde se aplicará esta metodología.
De entre las posibles herramientas que existen para el desarrollo de un modelo de gestión para una organización, de forma que permita la mejora de los resultados (o del valor estratégico) de la misma se plantea la utilización del cuadro de mando integral (CMI), ya que ha sido utilizada por grandes empresas en entornos competitivos, con cambios tecnológicos y donde la gestión del conocimiento es necesaria, dando resultados satisfactorios.
El cuadro de mando integral es una herramienta creada en 1990 por Robert Kaplan y David Norton bajo el nombre “The Balanced Scorecard (BSC)”. El CMI complementa indicadores de medición de resultados de la actuación con indicadores financieros y no financieros de los factores que influyen en los resultados futuros, derivados de la visión y estrategia de la empresa. Permite convertir la estrategia en objetivos e indicadores de la gestión que se realiza en la organización.
Lo que se pretende con el CMI es medir la gestión empresarial desde diferentes perspectivas, que en principio se establecen en los siguientes grupos:
- Financiera
- Cliente
- Proceso interno
- Recursos y capacidades
El CMI ha sido utilizado en muchas empresas, existiendo trabajos de aplicación de dicha herramienta sobre todo en grandes empresas. La aplicación en pequeñas empresas no se observa en las referencias bibliográficas, aunque es una herramienta que se está implantando en las empresas en la medida que el nivel de profesionalización de la dirección de las mismas es más elevado y se recurre al asesoramiento de consultores externos o directivos temporales (“interim management”).
En un entorno competitivo, globalizado y cambiante en el que están inmersas las empresas, el quedarse estancados en sistemas de gestión tradicionales y no evolutivos no puede hacer que superemos las expectativas de cambio que en el entorno del sector se hacen necesarias.
El valor que aporta un plan estratégico y la importancia que conlleva su ejecución deben de ser evaluados para que la eficacia de cambios tenga lugar dentro de las organizaciones. La medición de los avances de ejecución debe ser continua y para ello se necesitan indicadores que permitan llevar a cabo este proceso. Existen herramientas basadas en los sistemas de información que permiten realizar estas tareas y que den unas medidas de indicadores financieros y no financieros. Utilizando el cuadro de mando integral se puede evaluar la estrategia y con ello poder hacer que funcione y tenga éxito la gestión estratégica de la empresa, de forma que ayude a mejorar la competitividad, aumentar la productividad y mejorar los sistemas de calidad y la rentabilidad de todos los grupos de interés (socios-accionistas, empleados, clientes y entorno), dando sostenibilidad al proyecto empresarial. Los beneficios de la implantación del cuadro de mando integral permiten:
- Relacionar la estrategia con su ejecución definiendo objetivos en el corto, medio y largo plazo.
- Tener una herramienta de control que permita la toma de decisiones.
- Comunicar la estrategia a todos los niveles de la organización consiguiendo así alinear a las personas con la estrategia.
- Tener una clara visión de las relaciones causa-efecto de la estrategia.