Los indicadores son datos o conjunto de datos que ayudan a medir objetivamente la evolución de un proceso o de una actividad. Un indicador no debe dar lugar a interpretaciones diferentes, para ello a la hora de definirlo se deberán tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Selección del indicador: existen muchos indicadores posibles, pero los recursos en una empresa son limitados y, por ello, hay que tomar aquellos cuya importancia de la información que suministran justifique el esfuerzo para su obtención.
- Denominación del indicador: debe indicar el concepto a valorar.
- Forma de cálculo: su especificación y fuentes de información, de forma que no pueda llevar a malas interpretaciones, debe ser fiable y comparable con el tiempo. Si existen diferentes fuentes de información, conviene especificar las mismas.
- Forma de representación: es conveniente representar la evolución de forma gráfica de forma que permite una interpretación con mayor rapidez.
- Definición de responsabilidades: de la recogida de la información, de forma que sea un trabajo habitual; del análisis y explotación; y de la comunicación de los resultados.
- Definición de umbrales y metas: con el objetivo de facilitar su interpretación para la gestión, se deben fijar sus metas o umbrales.
En la definición de los indicadores se deben tener en cuenta los siguientes aspectos:
- A cada objetivo, acción o control se le debe asociar al menos un indicador y una meta como medida del nivel de éxito y fracaso.
- La medición del mismo le otorga claridad y comprensión.
- El control de un indicador actúa como impulsor de la consecución de objetivos por medio de la comunicación.
- Se deben proponer indicadores de dos tipos: de resultados o control, que miden lo que ocurre, y los inductores, que permiten adelantarnos y detectar si se va alcanzar la meta marcada.
Lo que no se puede medir, no se puede gestionar. Haz medible aquello que quieres gestionar.